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TÁBARA Y SU ALBERGUE MUNICIPAL

Por José Almeida | 22/06/2022

TÁBARA Y SU ALBERGUE MUNICIPAL

Tábara, siempre se ha caracterizado por ser una población eminentemente hospitalaria, acogiendo a peregrinos y forasteros que llegaban hasta ella.

Ya en el siglo X, el monasterio de San Salvador, que se había convertido en un centro eclesiástico y de poder de las tierras de Tábara, acogía a los peregrinos que llegaban mientras recorrían su camino hacia Compostela para mostrar sus respetos a uno de los discípulos del maestro.

En este monasterio, existió un escritorio muy relevante que vio nacer algunos códices muy importantes en su época, en la actualidad conservamos tres de ellos (Beato Morgan, Beato de Tábara y Beato de Gerona), en este último se conserva una de las imágenes más antiguas, seguramente la más antigua, del apóstol peregrino en una de sus láminas más representativas, en la que se hace referencia a Iacobus Hispania sobre la imagen del apóstol.

Posteriormente, en el siglo XVI el marqués de Tábara, don Bernardino Pimentel, dejó indicado en su testamento, que se debía habilitar una estancia para acoger a los peregrinos que pasarán por la villa.

El siglo XIX, vio nacer a uno de los poetas más ilustres que ha dado nuestra literatura, algunos le consideran el poeta peregrino, porque León Felipe durante toda su vida fue un eterno peregrino que supo cantar como nadie a los romeros que peregrinando se desplazaban hasta Compostela.

Tábara se encuentra en la primera jornada que los peregrinos deben afrontar cuando recorren el camino sanabrés y resulta parada obligatoria para aquellos que afrontan esta peregrinación. Por ese motivo, en el año 2004, el ayuntamiento de Tábara, construyó unas instalaciones para acoger a los peregrinos que se dirigían hacia Compostela.

Fue uno de los primeros albergues que se construyó en la provincia de Zamora. Todavía no estaba en funcionamiento el albergue de la capital, cuando Tábara ya proporcionaba acogida a los peregrinos que llegaban. Se trataba de unas instalaciones muy dignas en aquellos momentos. El nuevo albergue contaba con una amplia cocina donde el peregrino podía satisfacer todas las necesidades de esa jornada, una ducha para poder desprenderse de lo que habían ido acumulando durante la jornada que había dejado atrás, dos baños y un cuarto en el que había dispuestas siete literas que cogían a catorce peregrinos.

Eran unos tiempos en los que la peregrinación todavía resultaba un tanto incipiente, por lo que estas instalaciones, cumplían sobradamente el objetivo para que había sido concebidas, ya que aquellos que llegaban hasta el albergue, encontraban una acogida que no les habían dispensado en muchos lugares de su peregrinación.

Desde el primer momento, cumpliendo el legado del testamento del señor de esta tierra, la corporación de Tábara fue consciente de que la peregrinación no debe convertirse en un negocio, aunque se busque generar riqueza para los sitios por los que discurre y a los peregrinos que acogía, no se les cobraba por su utilización, únicamente se les pedía un donativo para ayudar a mantener las instalaciones.

Desde el 2004 hasta el 2014, el albergue fue cumpliendo esa función para la que había sido concebido y los peregrinos encontraban cobijo a pesar de que las instalaciones no estuvieran atendidas por la figura de un hospitalero permanente.

Fue en el 2014, cuando se cambia la gestión y la asociación el espíritu de Santi, asumió la responsabilidad de mantener permanentemente a una persona para acoger a los que llegaban y José Almeida, un peregrino y hospitalero de vocación, se hizo cargo de las instalaciones.

Sin duda, esta nueva forma de acogida representó un cambio importante ofrecer una hospitalidad tradicional en el albergue municipal de Tábara, porque la hospitalidad significa eso, compartir lo que en esos momentos se dispone en el albergue.

Los primeros años de esta nueva acogida, fue necesario acondicionar las instalaciones para las necesidades que el albergue iba a tener. Instalar un termo con más capacidad para que todos contarán con agua caliente, una nevera más grande, una lavadora, una vitrocerámica, un lavavajillas, una estufa de leña, cambiar literas y colchones después de 20 años,…. Fueron numerosos los cambios que hubo que hacer, para adaptar el albergue a las nuevas necesidades de los peregrinos.

Comenzó una manera diferente de acoger a los que llegaban, que en poco tiempo consiguió que los peregrinos resaltarán la importancia de este lugar, recomendándolo a todos los que se disponían a recorrer esta larga ruta de peregrinación. El lavado de ropa de cada jornada, recibir a los que llegaban con una bebida fría o caliente y un regalo de bienvenida, compartir una cena comunitaria o el desayuno que se les proporcionaba cada mañana, consiguieron que el albergue comenzará a adquirir una relevancia, que para muchos peregrinos se estaba convirtiendo en un sitio que no debían pasar por alto en su peregrinación.

A pesar de que las instalaciones resultaban muy dignas, era necesario después de dos décadas, realizar una mejora importante, porque todos los peregrinos en un mismo cuarto representaba una masificación que no resultaba satisfactoria y en ocasiones, cuando varios peregrinos llegaban, el agua caliente del termo resultaba insuficiente para disponer de una ducha satisfactoria.

La pandemia que hemos padecido, resultó una pesadilla para muchos albergues y de las situaciones más adversas, se debe extraer siempre lo más positivo y en este caso, representó la oportunidad de poder adaptar las instalaciones a los tiempos actuales.

El departamento de cultura y turismo de la Diputación de Zamora, habilitó una partida para la mejora y reforma de los albergues municipales que había en la provincia y el ayuntamiento de Tábara, se acogió a estas ayudas para hacer una importante mejora en el albergue de su pueblo.

Ha resultado un esfuerzo considerable del ayuntamiento de Tábara y de la Diputación de Zamora para conseguir unas instalaciones acordes con los tiempos que debemos afrontar y el cambio que ha experimentado el albergue municipal de Tábara, ha sido muy significativo.

El antiguo cuarto de los peregrinos, que acogía a todos los que llegaban, se ha dividido en dos nuevos cuartos. Uno será destinado a los hospitaleros que a partir de ahora vayan formándose en nuestro albergue y el otro cuarto será utilizado por aquellos peregrinos de edad avanzada o que vayan realizando su peregrinación arrastrando alguna lesión y puedan descansar los días que precisen, sin verse importunados por los que ese día han llegado.

Se ha construido una ampliación del albergue que cuenta con dos amplios cuartos nuevos, con camas individuales y con espacio entre ellas, suficiente para no sentir ese agobio que a veces se tiene en los lugares que acogen a multitud de personas. También se han habilitado dos baños, uno para peregrinos que cuenta con dos lavabos, dos baños y dos amplias duchas, lo mismo que para las peregrinas, que cuentan también con su lugar de aseo correspondiente.

La capacidad del albergue se ha ampliado de manera considerable, para que ningún peregrino llegue a quedarse sin un sitio cubierto en el que descansar después de una dura y exigente jornada de camino, incluso cuando la peregrinación se intensifica en este camino.

Otra de las novedades que van a contar los peregrinos, es un jardín con docena y media de árboles frutales en el que se va a instalar césped, unas mesas, unos bancos y una fuente y será el sitio ideal para poder descansar de una larga jornada. Este jardín será conocido como el jardín de Eva, ya que lleva este nombre por la hospitalera que los plantó, haciendo posible que los árboles frutales pudieran ofrecer su fruto a los peregrinos que llegaban.

La acogida tradicional que se ofrece en el albergue municipal de Tábara, se hace durante todo el año, porque a pesar de que los meses de invierno la peregrinación se ralentiza hasta casi aletargarse, siempre habrá un peregrino que necesite un techo en el que cobijarse y para eso, dispondrá de este albergue en el que siempre tendrá una calurosa acogida.

Las nuevas instalaciones que ahora el albergue municipal de Tábara ofrece a los peregrinos que deciden alojarse después de una dura jornada, seguirán ofreciendo a los que lleguen el lavado de ropa de la jornada, una calurosa acogida, una gratificante cena comunitaria en la que pueden compartir con el resto de los peregrinos las sensaciones que esa jornada les ha proporcionado y por la mañana, un reconfortante desayuno para poder afrontar con garantías la nueva jornada que tienen por delante, a cambio se pide a los peregrinos que contribuyan con su donativo para que los que lleguen por detrás, encuentren los mismos servicios y atención que ellos han recibido, ese es el concepto de la acogida tradicional que tratamos de mantener y que desgraciadamente está desapareciendo del camino, cuando ha representado su principal y única seña de identidad.

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