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CAMINO OLVIDADO

Por Jacinto Prada Baro | 15/02/2021

CAMINO OLVIDADO

Nos situamos en el siglo IX. Reina el rey Alfonso II. Se descubre la supuesta tumba del Apóstol Santiago. El Rey Casto visita Compostela. La afluencia de peregrinos crece rápidamente debido a que ya existía previamente una larga historia de peregrinaciones europeas que especialmente por barco llegaban al norte peninsular para visitar Liébana y la Cámara Santa de Oviedo: las reliquias en aquella época eran potentes imanes de atracción religiosa. Así pues el “Camino Primitivo” no hace más que prolongar el eje de peregrinación: Liébana-Oviedo-Composteala. 

La nueva política del rey astur cambia la estructura de la geografía cristiana. Deja de estar en plan de resistencia agazapado tras la muralla natural de la Cordillera. Hace incursiones al otro lado intentando crear una “tierra de nadie” vaciada que mantuviera a cierta distancia el acoso musulmán. Poco a poco se van construyendo fortificaciones defensivas y de vigilancia en la falda meridional. El Abad Vitulo y el obispo Juan comienzan a repoblar el Valle de Mena. La presión poblacional del reino astur y las condiciones de vida de los mozárabes de Al-Andalus ven en este espacio despoblado de la cara sur de la Cantábrica una oportunidad. Se fundan nuevos monasterios: Valle de Mena, Area Paterniani, Montaña palentina, zona de Boñar, Tebaida berciana…

 El traslado de la Capital del Reino a León  a principios del siglo X supone un nuevo impulso en la consolidación de la población cristiana en este territorio: se edifica una línea de castillos que marca una nueva frontera: Espinosa de los Monteros, Aguilar de Campoo, Cervera de Pisuerga (El Castillo, Peña Barrio, Peñas Negras y Vallejera),  Castrejón (“Pinilla”), Entrepeñas (“Peñacastillo”), Guardo,  Aquilare (Sabero), los “Castillones” (Boñar), La Valcueva, Alba (La Robla), Benal (El Castillo), Luna, Montuerto, Arbolio y Gordón…Igualmente se construyen puentes sólidos que permiten cruzar con seguridad los ríos especialmente los afluentes del Duero: Balmaseda, Nava de Ordunte, Casasola,  Alfoz de Santa Gadea, Aguilar (Mayor y Portazgo), Salinas de Pisuerga, Cervera, Puente Almuhey, Cistierna  (el Mercadillo), Boñar (Puente Viejo), Vegapujín, Congosto, Cacabelos (Puente Mayor)…Todo esto supone la creación de unas infraestructuras logísticas que incentivan el paso de peregrinos por una nueva ruta dotada de mejores condiciones de las del Camino del Norte que presentaba varios problemas: zonas pantanosas, puentes muy inestables, clima lluvioso, peligro de piratas…

Así pues desde Bilbao se desgaja una alternativa que siguiendo la falda montañosa que cierra la meseta, alcanza el Bierzo para unirse al Camino Primitivo en Melide. Esta nueva ruta también comparte trazado con las cañadas reales y cordeles trashumantes. Hasta el siglo XII este Camino seguramente fue la principal ruta jacobea por su seguridad frente a los sarracenos, garantías de paso por sus puentes y suficientes infraestructuras de acogimiento. De todos modos este Camino mantiene una gran porosidad estableciendo nexos con los dos grandes polos de reservas relicarias: Caminos Lebaniegos y el Camino de San Salvador.

 Sin duda los monasterios que se fueron estableciendo en la cara sur de la cordillera tuvieron una gran importancia en la logística jacobea: a los grandes cenobios levantados por el abad Vitulo y el obispo Juan, Sisenando, Abitus, Gonzalo, se añadieron después los monasterio familiares y particulares acogidos al sistema de presuras. Fueron la base de la repoblación y los nudos de referencia de una red de caminos que aprovecharon los peregrinos. Pero se ha de delimitar la importancia conventual en la infraestructura jacobea ya que los peregrinos que allí se alojaban eran una minoría: clérigos, nobles, personas pudientes que dejaban buenas limosnas. La gran mayoría se cobijaba en los pórticos de las iglesias o en pajares, corrales, cobertizos.

Una de las pruebas más importantes de la existencia de esta ruta es todo un itinerario pleno de construcciones románicas propias de este período histórico: encontramos un buen número de pequeñas iglesias rurales, pero también obras magistrales de primera línea: San Lorenzo de Vallejo, Santa María de Siones, Colegiata de San Pedro (Cervatos), Monasterio de Santa María y la iglesia de Santa Cecilia en Aguilar de Campoo o Santiago de Villafranca del Bierzo (Puerta del Perdón). También las leyendas recogen el legado peregrino y jacobeo especialmente en el tramo leonés.

La consolidación de la frontera con los musulmanes en la ribera del Duero supuso la repoblación del norte de la Meseta que hasta finales del siglo XI era “tierra de nadie” y por tanto insegura para el tránsito peregrino y comercial. Así se van configurando y consolidando los grandes burgos mesetarios con sus áreas de influencia y sus interconexiones. Así que llega un  momento en que el Papado y los reyes cristianos deciden hacer más rentable aún el Camino de Santiago abriendo una nueva ruta por tierras planas: este encauzamiento de la corriente peregrina permitiría la fijación de población y el incremento económico y comercial en beneficio del poder político y religioso. Encomiendan esta labor a Emeric Picaud que diseña el trazado que será recogido en el libro V del Código Calixtino ( siglo XII). En este punto se sitúa  el inicio de la decadencia  del Viejo Camino. No obstante este fue un proceso largo: las guerras intestinas y las fricciones territoriales de los Reinos cristianos tardaron en sedimentar una paz estable durante unos buenos años. Por otra parte   la orden de San Juan de Jerusalén  también se implantó en estos territorios, hay constancia de exenciones del pago de portazgo en algunos puentes (Boñar) hasta el siglo XIV y en esta ruta se continúan construyendo importantes monumentos góticos, renacentistas e incluso barrocos que dan testimonio del mantenimiento de la relevancia  de las más importantes villas del recorrido. Con todo y con eso el tiempo dictó su sentencia: el Viejo Camino se convirtió en un CAMINO OLVIDADO. 

Esta antiquísima ruta no sólo nos ofrece un legado histórico, artístico y cultural de extraordinaria importancia sino que nos brinda la oportunidad  de disfrutar de unas vistas panorámicas excepcionales y de cruzar parajes encantadores: ribera del Cadagua, el Valle de Mena, las Merindades burgalesas, la Comarca de Valdolea, Montaña palentina, Montaña Oriental Leonesa, Omaña, el Bierzo. Ríos cristalinos, torrenteras, cascadas, montañas verdes y a veces agrestes , valles pastoriles…Seguro que no olvidarán Peñacorada o la Campa de Santiago. También el Camino Olvidado nos permitirá disfrutar de una variada gastronomía de cocina y repostería tradicional de alta calidad y contundencia..

El Camino Olvidado tiene también un brazo pamplonés que se encuentra con el trazado bilbaíno en Aguilar de Campoo. Resulta complicado probar la historicidad de este itinerario. El Reino de Pamplona (o de Navarra) estuvo en una gran inestabilidad por su naturaleza fronteriza: en este escenario competían francos, leoneses, castellanos, aragoneses y musulmanes. Eran pues tierras muy conflictivas que amenazaban la seguridad de los peregrinos. Se suele atribuir a Sancho Garcés III (1004-1035) el control definitivo del territorio «desde los mismos montes Pirineos hasta el castillo de Nájera, sacando de la potestad de los paganos cuanto de tierra se contiene dentro, hizo correr sin retroceso el Camino de Santiago que los peregrinos torcían desviándose por Álava con temor a los bárbaros» (Manuel Gómez Moreno). No obstante la Batalla de Atapuerca (1054)  continuó mostrado la peligrosidad de esta área. En el enlace del final del texto encontraréis información sobre este itinerario.

Si nos animamos a protagonizar la recuperación del Camino Olvidado  sintonizaremos con los pálpitos de la historia, heredaremos el patrimonio de tantos siglos de vida humana, valoraremos el significado de tantos testimonios que nos han dejado nuestros antepasados, estimularemos nuestra sensibilidad artística, guardaremos en retinas y cámaras la belleza singular de tantos y tantos paisajes. Nos encontraremos con gentes sencillas y de buenos sentimientos. Y  en el fondo de nuestro corazón y de nuestra mochila archivaremos experiencias singulares que pueden llevarnos a concluir como me dijo un peregrino: “Es éste un camino demasiado hermoso para ser un Camino Olvidado”. Aviso para caminantes: ojo avizor y  alma a flor de piel. Buen Camino.

viejocaminoolvidado.com

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