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Los albergues, el distintivo del Camino

Los albergues, el distintivo del Camino

Albergues

Sólo en el Camino Francés hay más de 260, situación que favorece variadas posibilidades para pernoctar y, por ende, una división de etapas casi a la carta. Los albergues parroquiales y de órdenes religiosas fueron los primeros en acoger a peregrinos de forma voluntaria y deben mantener esa filosofía para mantener vivas las raíces de la peregrinación.

En los albergues públicos, por norma general, no está permitida la reserva y se ocupan según el orden de llegada, liderando las prioridades quienes hacen el recorrido a pie, seguido de quienes lo transitan a caballo o en bicicleta. Para alojarse en ellos es indispensable portar la credencial y la estancia se limita a una noche, salvo por enfermedad o fuerza mayor.

Los albergues privados permiten la reserva y ya es costumbre reservar cama con antelación, sobre todo en verano e incluso antes de partir de casa. Con la revitalización de la ruta jacobea, los albergues privados han surgido como moscas y los hay que más que albergues de peregrinos parecen hostales. De las salas diáfanas repletas de literas de la década de los 90 se ha ido pasando a albergues que, aparte de las literas, ofrecen habitaciones individuales y dobles. Ya no es raro que tengan ropa de cama, lavadora y secadora, cocina y frigorífico, vending, bar, conexión a Internet y hasta máquinas que dan masajes en los pies.